Trip sitting: la guía completa
Un amigo una vez me contó sobre una experiencia increíble: durante una ceremonia grupal a base de hongos se encontraba perdido en un mal viaje muy desagradable.
Entre ellos había un sacerdote (¡sí, incluso los sacerdotes se drogan!) que en un momento se acercó a él, le sonrió y lo tocó suavemente en el pecho. Inmediatamente sintió brotar del corazón una alegría infinita y su viaje tomó un giro completamente diferente.
Este breve relato nos hace entender cuán fundamental puede ser que alguien nos acompañe en una experiencia psicodélica y sepa cómo hacerlo. Después de todo, quien quiere hacer un viaje psicodélico a menudo se encuentra en la difícil situación de no tener una persona adecuada que pueda acompañarlo. Es un tema más que legítimo, ya que instintivamente quien se acerca a los psicodélicos sabe que la sustancia lo llevará a un estado de apertura y vulnerabilidad y que tener a alguien capaz de sostenerlo y cuidarlo será fundamental.
Esta figura es el llamado “trip sitter”, una persona que tiene la tarea, ante todo, de garantizar la seguridad física y psicológica del psiconauta, pero también de facilitar la experiencia haciéndola lo más segura, profunda, significativa y, por qué no, divertida posible.
Seguridad física
Se define psicodélica una sustancia que induce una alteración del estado de conciencia. Dicha alteración puede tener modalidades e intensidades muy diferentes y puede llevar a la pérdida de conciencia de uno mismo, del espacio y del tiempo, poniendo a quien la consume en una condición potencialmente peligrosa para su seguridad.
Obviamente este aspecto es muy variable y puede cambiar según la sustancia, la dosis, la persona y el entorno circundante. Hay sustancias, como la Salvia Divinorum, que pueden hacer perder temporalmente la memoria o el uso de partes del cuerpo, otras como el LSD o los hongos alucinógenos que pueden hacer perder el sentido de las distancias y el equilibrio y pueden resultar peligrosas si se consumen en entornos donde hay alturas o cuerpos de agua.
El trip sitter tiene entonces como primera tarea garantizar la seguridad física del psiconauta. Hacerse daño o caer no es, sin embargo, el único riesgo: durante la experiencia psicodélica podemos perder el sentido de la sed, el hambre o la fatiga.
Un buen trip sitter entonces deberá, ante todo, recordar a la persona beber de manera regular y alimentarse cuando sea necesario.
Bienestar psicológico
El otro aspecto a tener en cuenta durante un viaje psicodélico es el psicológico, el llamado “mal viaje”: un estado en el que la persona experimenta emociones consideradas negativas que se prolonga durante muchas horas.
Debe distinguirse, a mi juicio personal, del “viaje psicótico”, es decir, una experiencia donde la persona entra en un estado psicótico donde pierde el sentido de la realidad, a diferencia del mal viaje donde generalmente sabemos dónde estamos y qué está sucediendo.
En ambos casos, la presencia del sitter es fundamental para ayudar a la persona a experimentar el proceso sin verse abrumada, evitando así consecuencias posteriores. Veremos más adelante cómo.
El trip sitter entonces no se limita a la mera supervisión, sino que deberá encarnar diversas características que consideran los aspectos físicos, emocionales, psicológicos y espirituales de la experiencia.
Estabilidad emocional y madurez psicológica
El trip sitter ideal debe poseer una sólida estabilidad emocional y una buena madurez psicológica. Durante una experiencia psicodélica, pueden surgir emociones intensas, miedos profundos o contenidos inconscientes. El sitter debe permanecer calmado y centrado, es precisamente esta estabilidad la que puede proporcionar un válido punto de referencia para la persona que está teniendo la experiencia: mantenerse siempre calmado, presente y amoroso es todo lo que se necesita para que el psiconauta pueda percibir el campo del sitter de manera reconfortante y pueda confiar completamente en la experiencia.
Si es necesario, el sitter puede meditar o utilizar otras modalidades como cantar melodías dulces y armoniosas o proporcionar un abrazo o un toque delicado si es necesario. Será precisamente su madurez la que le haga dosificar eventualmente el canto o el toque de manera que no resulten invasivos o fuera de lugar.
La neutralidad es la clave para el sitter ideal: no debe proyectar en el otro sus propias ansiedades o miedos, manteniendo siempre una actitud tranquila, segura y reconfortante.
Experiencia personal
Aunque no es estrictamente necesario tener un conocimiento directo de los psicodélicos, y en particular de la sustancia que el otro ha consumido, representa una ventaja significativa para el sitter. Quien ha atravesado esos estados y los conoce a fondo sabrá instintivamente qué hacer y de qué puede necesitar el otro, porque conoce el estado delicado y vulnerable en el que se encuentra.
Más allá de la experiencia personal, sin embargo, una comprensión profunda de las diferentes sustancias psicodélicas, sus efectos, la duración y las posibles interacciones es esencial. El sitter debe conocer las fases típicas de una experiencia psicodélica, los posibles efectos secundarios y cuándo podría ser necesario un intervención médica, por ejemplo, si la temperatura corporal de la persona es muy alta o si tiene convulsiones.
Por ejemplo, quien conoce a fondo el MDMA sabe bien cuándo es esencial hidratarse, tomar suplementos específicos en las diversas fases del viaje y evitar que la persona se esfuerce excesivamente debido a la falta de percepción de la fatiga física.
Empatía y comunicación
La escucha activa representa una competencia fundamental.
El sitter debe saber escuchar sin juzgar, ofrecer palabras de consuelo cuando sea necesario y saber cuándo el silencio es más apropiado que las palabras. Las habilidades comunicativas también incluyen la capacidad de utilizar un tono de voz calmado y reconfortante, evitando un lenguaje que pueda interpretarse como amenazante o confuso.
La comunicación durante las diversas fases de la experiencia psicodélica es fundamental: quien está bajo el efecto de sustancias debe poder sentirse completamente libre de expresar cualquier necesidad, deseo, pensamiento o emoción y el sitter debe saber sostener una conversación simple, efectiva y no juzgante.
En todo esto, el sitter también debe saber adaptarse a las diversas situaciones que se pueden crear, adaptando su comportamiento en consecuencia.
Entremos ahora más en detalle con algunos consejos prácticos.
Preparación del entorno
El sitter puede colaborar en la creación del entorno. Es fundamental que el ambiente sea seguro y confortable.
Generalmente el entorno doméstico es el más indicado (y reservado), pero si hay manera de vivir la experiencia en la naturaleza (pero en absoluta seguridad) siempre lo recomiendo: las plantas y los elementos naturales ya proporcionan una fuerte vibración de arraigo y pueden ayudar mucho al psiconauta a tranquilizarse y abrirse.
Puede ser oportuno crear un pequeño altar antes de emprender el viaje: se puede construir con cualquier objeto o imagen significativa, cargada de energía positiva, tal vez añadiendo flores o una vela. No es importante creer en ello: el altar es un elemento que actúa sobre el inconsciente como “ancla simbólica” y ayuda a la psique a tener un referente. Una vez, dos amigos míos salieron de un mal viaje de LSD observando una foto de un santón indio que estaba allí por casualidad.
Es fundamental además que el sitter controle que haya todo lo necesario para vivir la experiencia de manera segura y confortable: mantas y cojines son fundamentales, así como la música, tener mucha agua a disposición (así como té o infusiones) y comida (fruta, frutos secos, chocolate, por ejemplo).
Acuerdos preliminares
Fundamental, antes de comenzar el viaje, es que el psiconauta y el sitter se pongan de acuerdo de manera clara sobre las modalidades de la experiencia, sobre qué es lícito y qué no, sobre qué ambos están dispuestos a hacer o no.
Por ejemplo, el psiconauta puede preguntar si el sitter está dispuesto a abrazarlo si siente la necesidad de un contacto físico.
Todos estos aspectos es absolutamente necesario que se aclaren ANTES de comenzar la experiencia porque el estado alterado puede hacer perder tanto la lucidez como la capacidad de comunicarse de manera efectiva. Otro aspecto que puede evaluarse es la definición del intento, que siempre recomiendo formular antes de cada experiencia, es decir, declarar al sitter cuál es el propósito de la experiencia. Esto sirve al sitter para reconducirnos en caso de que sea necesario al objetivo del viaje, pero también y sobre todo al inconsciente del psiconauta: cuando lanzamos un intento estamos pidiendo algo al universo y a menudo el universo responde.
En caso de “mal viaje”
Llegamos ahora a la parte más importante: qué hacer en caso de crisis. Algunas cosas ya se han dicho, pero veamos más en detalle.
En primer lugar, hay que entender que un mal viaje no es algo que deba evitarse a toda costa y no necesariamente es algo dañino para el psiconauta: a menudo los momentos difíciles son partes absolutamente esenciales del proceso y cuanto más los acogemos y experimentamos, más se transforman en algo completamente diferente. Lo peor que se puede hacer, de hecho, es tratar de salir de un mal viaje usando la mente, eso solo empeorará las cosas.
Un sitter entonces deberá tener una buena sensibilidad para comprender la magnitud del momento difícil y sostenerlo mientras sea necesario. Deberá, en caso, intuir cuándo la persona está atrapada en un bucle e intervenir solo en ese caso. La clave para intervenir son dos: el estado de ánimo del sitter y los elementos de cambio. Del estado de ánimo ya hemos hablado, el sitter debe permanecer calmado, centrado, sereno y reconfortante, emanando así un campo con el que el otro puede entrar en resonancia. Una pareja de amigos míos, por ejemplo: mientras él meditaba, ella entró en un mal viaje. Él se limitó a acogerla en un abrazo y a continuar meditando y ella salió inmediatamente, totalmente arraigada por su campo estable y limpio.
Con “elementos de cambio” nos referimos a cualquier cosa que traiga una variación de la situación. Puede ser un cambio de música, un cambio de posición, un cambio de entorno, un cambio de ropa, cualquier cosa. La mente de quien está bajo el efecto de una sustancia psicodélica es decididamente similar a la de un niño pequeño: si está llorando podemos hacer que deje de llorar mostrándole un nuevo juguete o tomándolo en brazos. El cambio “distrae” a la mente en bucle, rompiendo el círculo y haciéndola enfocarse en algo diferente.
Otros elementos que pueden romper un mal viaje son invitar a la persona a respirar profundamente, relajar el cuerpo, emitir sonidos con la voz (por ejemplo, “om”) o cantar. Hablar también puede ser útil, pero no en exceso: el sitter debe intuir cuándo las palabras son demasiadas y se convierten en una fuga mental e invitar a la persona a volver, si puede, en contacto con el cuerpo y la respiración.
La integración
En las fases finales de la experiencia y en los días siguientes, el sitter puede ayudar en la integración de la experiencia vivida. Esto puede incluir conversaciones de debriefing, apoyo en la elaboración de insights surgidos y asistencia en dar sentido a los aspectos más confusos o intensos del viaje.
Aprovecho para recordar que la integración psicodélica ocurre manteniendo la mente lo más posible en reposo en los días siguientes, por lo tanto, durmiendo, meditando, dando largos paseos y evitando volver inmediatamente a días llenos de compromisos: tómense el mayor número de momentos “vacíos” posibles.
Límites y consideraciones éticas
Un buen trip sitter debe ser capaz de reconocer sus propios límites, evitando ponerse en el papel de terapeuta si no tiene las capacidades y reconocer cuándo solicitar ayuda médica si la situación lo requiere.
Además, debe considerar el estado de vulnerabilidad emocional de la persona sin aprovecharse de ello: en ciertos casos, especialmente con las sustancias empatógenas, las personas pueden perder la capacidad de establecer los límites adecuados y un sitter debe ser capaz de mantener la distancia y el enfoque adecuados, especialmente en el caso de que haya contacto físico.
Conclusiones
Hemos resumido en este artículo los aspectos fundamentales del arte del trip sitting, pero obviamente habría mucho más que decir, y remitimos a otros artículos o libros para profundizar en este tema.
La clave es que el trip sitter sea una persona madura y responsable, que ponga por delante de todo la seguridad y el bienestar del psiconauta. Para hacer esto, lo único realmente importante es que el sitter sea una persona de corazón. Esto es lo que marca la diferencia.